Harta de las personas que creen que somos incubadoras y nos dan lecciones sobre lo que una “madre” (la palabra mujer no existe) debe o no debe hacer.
Harta de las personas que creen que soy vegana porque defiendo la “vida” del huevo… no, defiendo a la gallina a la que forzamos a poner huevos una y otra vez. Vivirá en mejores o peores condiciones: tal vez pueda pisar suelo firme, tal vez sepa lo que es la luz del sol y no malviva en una jaula en batería donde enloquecerá, tal vez su pico no sea mutilado en vivo (algo improbable)… pero lo cierto es que ella es considerada una cosa y cuando valga más muerta que viva, será enviada al matadero y transformada en caldo de pollo.
Nos apropiamos de su cuerpo, la cosificamos para comernos sus óvulos y no tenemos derecho a hacerlo.
Así que, sí: mi cuerpo es mío. El cuerpo de las y los demás, no.
Por no hablar del hecho de que los hermanos machos de esas gallinas han sido convertidos en pienso, hamburguesas... o "pollo de corral". Aproximadamente, por cada gallina "ponedora", hay un pollito que ha sido asesinado porque al ser macho no pone huevos.
ResponEliminaMuy buen post.